Kjerstin Gruys, una estudiante de sociología de 29 años, no se mira al espejo desde hace un año con el objetivo de aumentar su autoestima y alentar a otros para que no se fijen tanto en la apariencia física.
La mayoría de las mujeres no puede pasar ni un día sin mirarse al espejo, sea para ver cómo le queda la ropa o si el maquillaje le quedó bien, pero una ambiciosa estudiante se las rebuscó para evitar enfrentarse al espejo durante un año. Si uno lo piensa bien, resulta muy difícil evitar verse a uno mismo en un mundo en el que hay espejos y toda clase de superficies que pueden reflejar nuestra imagen por todas partes. Pero Kjerstin logró su objetivo.
Durante meses cubrió el espejo del baño para poder lavarse la cara y los dientes sin verse. Aprendió a utilizar el maquillaje por el tacto y sin usar la vista, e incluso acomodó los espejos del auto para no verse. Confiesa que al principio fue difícil, pero rápidamente se adaptó y dice que el experimento le hizo dar cuenta que la apariencia no es realmente tan importante como la mayoría de la gente piensa.
Kjerstin sufrió de anorexia cuando era adolescente y estaba obsesionada con su imagen. Finalmente, en marzo pasado, luego de un año de comenzado su experimento, logró mirarse al espejo nuevamente, rodeada de amigos y familiares.
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